15 de noviembre de 2011

Paseando de un armario a otro...

Toca cambio de armarios y se abre el debate de todos los años: seguir empeorando de lo que no hace mucho era un incipiente Síndrome de Diógenes, o tirar la casa por la ventana (en sentido casi literal) y quedame tan sólo con las cuatro cosillas que me acabaré poniendo. Esa es la cuestión.
Yo soy más de acumular y pasear de un armario a otro el mismo vaquero laser que estrené en mi loca adolescencia, por si acaso...
... Por si acaso cierran todas las tiendas de vaqueros y hay que guardar provisiones.
... Por si acaso pierdo, repentinamente, diez kilos y me quedan como un guante.
... Por si acaso convocan un concurso de auténticos vaqueros láser de los 80.
... Por si acaso vuelven a llevarse, convirtiéndose en un icono de la moda vintage. Ya sabéis, antes... "Es más viejo que Matusalen", y, ahora... "Tengo una pieza vintage!".

En fin, llegados a este punto, el cambio-de-armarios-paseo-de-ropa-de-uno-a-otro-y-vuelta-al-mismo-otra-vez me recuerda mucho a la época de exámenes en el instituto. Los apuntes también paseaban mucho. Eran tus fieles compañeros e iban contigo a todas partes, por si acaso... ¿Por si acaso se convertían en una pieza vintage? ¡No, hombre! Por si acaso te daba por estudiar. Pero no, no solía pasar. Aunque algún caso se dio... Se comentaba de unos apuntes que se fueron a esquiar a Sierra Nevada, estar bajando una pista negra y, de repente ¡ser estudiados! Pero, ya digo, fueron casos muy, muy excepcionales.

Queridos lectores, escuchándome (leyéndome) a mí misma, me he dado cuenta del problema y he llegado a una importante decisión que paso a comunicaros. A través de estas líneas, quiero comprometerme a:
"Si este año no me pongo toda la ropa que no me he puesto en los últimos veinte y que, como se ve venir, no me pondré en los veinte venideros, me desprenderé de toda ella sin dolor ni aflicción".
* Clausula primera (y única) a este compromiso:
Por si acaso, me guardaré los Levi´s 501 que, en mi añorada adolescencia, se acoplaron a mi tipo como un guante tras ducharme con ellos una y otra vez; también, por si acaso, no me desprenderé de las botas camperas Valderde del Camino, vaya a ser que un día los hijos de Nati Abascal me inviten a una montería y no tenga qué ponerme; y, como "mujer previsora vale por dos", conservaré un año más la minifalda de cuadros escoceses, fundamental si me voy de excursión a las Highlands e, inesperadamente, amanece un  día soleado; los calentadores rosas de lana ¡al cajón! que como hagan un remake de Flashdance, estos sí que van a ser una pieza vintage; la cazadora de...

1 de noviembre de 2011

Made in Spain

Cada vez más, así somos los españoles, nos van comiendo el terreno las tradiciones anglosajonas, o, mejor dicho, nos lo dejamos comer. No se trata de establecer una rivalidad cultural entre naciones, pero, personalmente, considero que es una pena el ir perdiendo nuestra idiosincrasia en este terreno a favor de celebraciones que nada tienen que ver con nuestras raíces. Al final, lo mismo dará estar en Albacete, Estocolmo o Nairobi, porque todo nos acabará pareciendo igual. La festividad católica del Día de todos los Santos es, a mi modo de ver, una de las que peor parada sale, aunque no os perdáis de vista a los Reyes Magos, que, como sigamos así, pronto les veremos alargando la interminable cola del INEM.
Cristo Glorificado en la Corte del Cielo. Fra Angelico (s. XV)
Hoy, primero de noviembre, para muchos niños y adolescentes no hay colegio porque es Haloween, y es precisamente en los propios colegios, lugares idóneos para la transmisión de valores culturales, donde, tal vez, más se promueva esta fiesta adoptiva; disfraces de zombies, caretas de monstruos, brujas voladoras, clónicos de Freddy Krueger... centran la mayor parte de la actividad creativa de la víspera. Al hilo de esto, yo me planteo que se podría crear una Plataforma para la Salvación del 1 de Noviembre, tal y cómo tradicionalmente lo entendemos, algo así como "Los Indignados de Todos los Santos"; no estaría de más, en nuestros fancines, explicar realmente qué se celebra,  involucrar a los más pequeños en las ofrendas florales que se hacen a los difuntos o cocinar los típicos dulces tradicionales (huesitos de santo, panellets o buñuelos de viento). Ya sé que algunos pensaréis que, visto así, no quedaría una fiesta tan divertida como la otra, si entendemos por diversión disfrazarse de muerto viviente recien salido del nicho para atemorizar al personal, pero, precisamente, en España no creo que sea necesario tomar lecciones de nadie para tener el calendario lleno de festividades jolgoriosas.
Hacedme caso y preservad las tradiciones, o acabaremos viendo como el 12 de Octubre pasa a mejor vida (nunca mejor dicho) y todos a mover la banderita en los desfiles del 4 de Julio...
Todos los Santos. Emilie Friant (1888)

 Dulces típicos del "Día de Todos los Santos"